Los profesionales sanitarios encargados de los cuidados de los pacientes con úlceras por presión deben asegurare de que sigue una buena alimentación, esencial para la recuperación de la herida y evitar que cronifique. De forma que quizás sea importante valorar la opción de insertar una sonda nasogástrica en caso de que el usuario no coma siguiendo las recomendaciones. Será necesario garantizar un mínimo de calorías y proteínas diarias, además de vitaminas y minerales como el ácido fólico, la vitamina B12, el hierro y otros oligelementos.
Como enfermeros/as debemos prestar atención a todos aquellos signos que indiquen la posible formación de una úlcera como maceración o infección de la piel; no obstante, generalmente los cuidados se orientan más bien a la prevención de las úlceras (punto que será explicado en otra entrada del blog).
Ya ocasionado el daño, habrá que realizar las curas pertinentes:
- Se empezará por la limpieza de la herida con suero fisiológico. No se debe abusar de antisépticos para no retrasar la cicatrización y lesionar el tejido sano.
- El desbridamiento es imprescindible, en el sentido de que se procura eliminar aquellos tejidos de dificultan la curación y aumentan el riesgo de infección o cronicidad.
- Se aplicarán las pomadas o productos correspondientes en función de la herida, por ejemplo, si el/la enfermero/a considera que la herida contiene mucha fibrina optará por algún tipo de sustancia que reblandezca dicho tejido y mejorar la curación.
- Se colocará un apósito u otro dependiendo de los signos de infección y presencia de exudado, presencia de tejido de granulación y presencia de esfacelos y/o tejido necrótico.
Cada vez que veamos al paciente tendremos que estar atentos a los signos de infección: olor, dolor, exudado y lesión del tejido perilesional. Para controlarla utilizaremos guantes y material estériles, así como en pacientes con más de una úlcera se empezará por la más limpia para así evitar que empeore.
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