La forma más común de prevención contra infecciones víricas son las vacunas, cuyo método consiste en inyectar en el paciente el propio virus muerto o atenuado. De esta manera, el organismo fabrica los anticuerpos necesarios para combatir contra el patógeno, creando pues, anticuerpos de memoria. Es lo que se conoce como inmunidad adquirida.
En el caso de las enfermedades transmitidas por vectores, además de las vacunas lo que se puede hacer para prevenir la infección es instalar pantallas para ventanas, usar repelentes, dormir bajo mosquiteros y eliminar el agua estancada de los lugares donde se reproducen.
Aún así, existen muchas medidas que debemos instaurar en la rutina del paciente y es la higiene: lavarse las manos correctamente y muy a menudo, cubrirse la boca al toser o estornudar, entre otras. En concreto, los profesionales de la salud, al estar en contacto con muchos pacientes que pueden no saber que están infectados, tienen que usar guantes, mascarillas y ropas protectoras, además de seguir los protocolos del hospital cuando se trabaje con sangre, agujas o artículos contaminados.
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