Una quemadura de tercer grado supone una herida de gravedad, por lo que generalmente se procederá al ingreso hospitalario (existen una unidad especializada llamada "centro de quemados"), de ahí que seamos los/as enfermeros/as los profesionales responsables de administrar la medicación, aunque siempre bajo la pauta médica. A groso modo las funciones principales de los fármacos administrados en pacientes quemados son:
- Disminuir el dolor con analgésicos o calmantes.
- Controlar infecciones (muy importante para evitar que se produzca un shock séptico), por ejemplo antibióticos orales o por vía intravenosa. Puede ser posible también la administración de la vacuna antitetánica o cremas o apósitos antibacterianos.
- Ayudar a curar la quemadura con apósitos o ventajas especiales.
Otro de los tratamientos a realizar es la cirugía para eliminar el tejido que está dañado y reemplazarlo por tejido nuevo, es lo que se llama injerto cutáneo. En quemaduras de tercer grado, como está destruida el espesor total de la piel, prácticamente se realiza el injerto en todos los casos; la piel sana procede de otra parte del cuerpo del paciente. Es necesario que la zona en la que se realizó el injerto esté vendada y protegida y la zona de la que se extrajo la piel sana se curará en aproximadamente dos semanas.
Vídeo de la realización de una cirugía plástica para
un injerto cutáneo
También se puede someter al paciente a una intervención quirúrgica para mejorar el flujo sanguíneo, ya que en muchas ocasiones con las quemaduras, sobre todo con las más profundas, se ven vasos alterados. Además, la cirugía también ayudará a reducir la inflamación y favorecer la curación de la herida.
Aún después de realizar todos los tratamientos médico-quirúrgicos, puede que el paciente note una cierta disfunción en músculos y articulaciones, de ahí que sea recomendable que acuda a un profesional (fisioterapeuta) para ayudarle a recuperar la funcionalidad del aparato locomotor y mejorar el movimiento y la fuerza.
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