Como ya sabemos, las quemaduras de primer grado afectan a la dermis o a la capa externa de la piel. El sitio de la quemadura es rojo, doloroso y sin ampollas.
Por norma general, si son heridas muy leves podemos aplicar agua fría de forma convencional o aplicar hielo, esto nos enfriará la zona y nos reducirá el dolor.
Sin embargo, es importante saber el tratamiento farmacológico a emplear dependiendo de la gravedad de la lesión, por este motivo, ante quemaduras de primer grado se recomienda:
- Ibuprofeno o ácido acetilsalicílico.
- Si aparece una herida con riesgo de hemorragia leve, se recomienda paracetamol.
También suelen utilizarse anestésicos tópicos como es el caso de: pramocaína, benzocaína y lidocaína, recordando que no deben aplicarse en heridas abiertas y que no se recomienda su uso en embarazadas y menores de 6 años.
Además, hay que favorecer la regeneración de la piel y en general, los procesos de cicatrización. Para conseguir este fin, se aconseja usar cremas hidratantes con urea o ácido láctico.
Para poder prevenir posibles infecciones se emplearán antisépticos y desinfectantes. Con los antisépticos se inhibe el crecimiento o se destruyen microorganismos sobre el tejido vivo mientras que con los desinfectantes se ejercen dichas acciones sobre superficies u objetos inanimados. En consecuencia, un desinfectante es además antiséptico si no es irritante para el tejido, no es inactivado por la materia orgánica y no produce toxicidad por absorción sistémica. El más utilizado ante las quemaduras de primer grado es la clorhexidina al 0,05%.
La FDA desaconseja la utilización de cremas con corticoides. Únicamente en aquellos casos en los que el eritema sea persistente se utilizará hidrocortisona al 1%.
Finalmente, no se deben usar:
- Povidona yodada en madres que sean lactantes, por riesgo de hipotiroidismo.
- Agua oxigenada o alcohol en heridas abiertas, por la irritación que producen.
- Analgésicos tópicos, debido a su escasa eficacia.
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