El tratamiento de las úlceras por presión tiene como finalidad recuperar la integridad cutánea, llegando ser incluso necesario una intervención quirúrgica para solucionar esta lesión. Para alcanzar este objetivo es imprescindible eliminar las células muertas de la herida y evitar todo aquello no mantenga limpio el lecho.
Además, para contrarrestar los posibles episodios de infección se administrarán antibióticos locales; para mantener la herida húmeda y la piel perilesional seca y protegida de agentes externos se colocarán distintos apósitos en función de las características de la herida. Entre los cinco principales tipos se encuentran: alginatos, poliuretanos, hidrocoloides, apósitos combinados e hidrogeles.
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